La ecografía hoy se considera una
extensión del examen físico, y hay quienes se arriesgan a decir que es el estetoscopio del siglo XXI.
En los últimos años se ha
extendido el uso de la ecografía entre las diversas especialidades médicas principalmente
porque los dispositivos se han vuelto más asequibles, más portátiles y con
mejor resolución. También han proliferado los cursos y el material educativo -sobre
todo en Internet- lo que facilita aún más su utilización.
En el caso clínico, por ejemplo, contar
con la ecografía -realizada por el médico que hace el examen físico y el
interrogatorio- permite ahorrar tiempo y no tener que esperar los resultados. De esta manera se agiliza el diagnóstico y el tratamiento, con el plus de estar brindando una mejor atención al paciente.
Muchos profesionales son los que afirman que en poco tiempo el uso de los ecógrafos portátiles se generalizará y que dadas las dimensiones de los nuevos sistemas podrán ser llevados prácticamente encima como se hace con el estetoscopio. Pero aunque se tienda a comparar la ecografía con el estetoscopio, la ecografía es más sensible y específica -e incluso más fácil de aprender- para el diagnóstico de la gran mayoría de las patologías. En
este sentido, la literatura sugiere que, con excepción de los cardiólogos, las
habilidades de la mayoría de los clínicos en auscultación cardíaca son muy
pobres.
Además, el uso clínico de la ecografía
suele ser dinámico: se toma una imagen inicial para apoyar los diagnósticos, y
posteriormente se sigue tomando imágenes para hacer el seguimiento del tratamiento que se ha dictaminado. De este
modo, el ultrasonido se convierte en una herramienta de monitorización fisiológica además de diagnóstico.
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